Arboricultura Urbana y Medioambiente

Árboles con un valor simbólico Especial en la Isla de Mallorca

Los Olivos

Durante centurias o quizás milenios los Olivos (Olea europaea) han vigilado los campos Mallorquines

La atribución a Europa de la maternidad del Olivo (Olea europaea) procede, probablemente, del mito Griego relacionado con la fundación de Atenas. El dios Neptuno y la diosa Atenea se disputaban el honor de dar su nombre a la Ciudad recién nacida. Se acordó que ésta llevara  el nombre de aquel que le otorgara el más precioso don. Neptuno golpeo el suelo con su tridente e hizo surgir el fogoso caballo; mas Atenea le superó, haciendo brotar de la tierra el OLIVO, símbolo de la Paz y generoso de su aceite. Atenea se convirtió  así en protectora de la Ciudad, y en ella fue honrada con preferencia a ningún otro dios del Olimpo. Otro mito asigna a Hércules la introducción del olivo en Grecia; también ha sido atribuida a Aristeo, hijo de Apolo y natural de Cirenaica, de donde llevó el árbol  la Isla de Cos y después a la de Tracia, a Sicilia y a Cerdeña. Según otros a Aristeo debemos, más concretamente, la invención del modo de extraer el aceite.

Sea como fuere no cabe duda que el Olivo es un regalo de Dios a los hombres. Árbol sagrado sobre todos los demás y símbolo del más preciado don que tenemos los hombres "La Paz". El Olivo es alimento, medicina y compañero y su presencia en los campos es "casi" sagrada y siempre fiel compañero de varias generaciones de hombres.

Según las investigaciones de Acerbo, parece que el olivo empezó a cultivarse por los pueblos semiticocamitas estacionados al Sur del Cáucaso, al Oeste del altiplano Iranico y sobre la costa de nuestro Mediterráneo Oriental, o sea en lo que hoy es Siria y Palestina. Posiblemente desde Siria pasaría primero a las Islas Griegas (Chipre, Rodas, etc.) y llegaran hasta nuestras Islas de Baleares traídas por los fenicios en sus innumerables viajes comerciales.

Es casi seguro que después de la introducción del Olivo en las Islas los Fenicios la introdujeron en la Península Ibérica, si bien parece que el cultivo no se llevó a cabo de manera importante hasta la llegada de los Romanos. Lo cierto es que en la Región Betita existían ya los grandes olivares de que habla Julio Cesar en su "De Bello Hispanensi" Marcial cita a la ciudad de Córdoba como más rica en olivos que la misma Istria. Lo fueron también la actual Cádiz y otras Poblaciones de la Actual Andalucía.

 

Las preciosos troncos de los Olivos Centinelas del campo   Mallorquines

El olivo es un árbol muy longevo, pudiendo vivir varios siglos e incluso milenios. Alcanza su pleno desarrollo a una edad que varia con las condiciones de suelo y clima, con los cuidados de cultivo y con la variedad.

Como hemos visto el Olivo (Olea europaea) es de la familia de las oleáceas  y en Europa se conocen dos subespecies: el Olivo cultivado (Olea europaea sativa) y el silvestre o acebuche (Olea europaea oleaster) tan característicos de las Islas Baleares y en especial de la Isla de Menorca donde podemos encontrar ejemplares de acebuches realmente hermosos. ¡No dejar de visitar los del Aeropuerto de Menorca!

No puedo dejar pasar estas breves líneas sobre los Olivos sin hablar de la impresión que se llevó de los olivos mallorquines la escritora George Sand, quien en su libro "Un Invierno en Mallorca" hace mención a los olivos escribiendo: .....Nada iguala la fuerza y la bizarría de formas de estos antiguos padres nutricios de Mallorca. Los mallorquines hacen remontar la plantación más reciente al tiempo en que la isla fue ocupada por los romanos. No discutiré porque no tengo medio de probar los contrario, aunque tuviera el derecho de hacerlo y confieso que no lo tengo. Al ver el aspecto formidable, el tamaño desmesurado y las actitudes furibundas de estos árboles, mi imaginación los aceptó de buena voluntad como contemporáneos de Aníbal. Cuando uno se pasea al atardecer, a su sombra, es necesario recordar que son árboles, pues si diera crédito a sus ojos y su imaginación, quedaría uno aterrado en medio de estos monstruos fantásticos.

La escritora se refería, sobre todo a esos olivos con fama de milenarios que el Archiduque Luís Salvador protegía de la destrucción en sus haciendas.


Los Olivos Milenarios de la Finca de Miguel Llompart (Miquel)

 

 

 

 

 

 

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