Arboricultura Urbana y Medioambiente

Atenuación de la Contaminación por Ruidos y Vibraciones

Barreras sónicas vegetales formadas por Setos y árboles Urbanos con ajardinamiento Vertical

¡El Ruido! Un Contaminante molesto

Todos hemos sido afectados en nuestra tranquilidad y salud desde que las grandes Ciudades se han infectado de alarmas antirrobo de autos, locales y casas privadas, que suelen dispararse por cualquier razón menos el hurto. Algunas quedan sonando toda la noche mientras, el propietario, a manzanas de distancia, ni se entera de la situación. Éticamente, es cuestionable que la seguridad de un bien material de una persona se haya convertido en algo más valioso que la calidad de vida de un vecindario entero.


Podemos definir al ruido como una combinación desagradable, indeseable o perjudicial de sonidos. Para una misma intensidad, por ejemplo, un ruido impredecible resulta más molesto que uno rítmico o continuo. Los efectos perjudiciales del ruido van desde los evidentes, como pérdida de la audición, o hipoacusia, a los psicológicos, que afectan tanto el rendimiento la laboral como la vida de relación. Hipertensión, estrés, dolores de cabeza, trastornos digestivos, desequilibrios hormonales, fatiga y bajas en el sistema inmune son parte de los efectos poco evidentes de la contaminación sonora. El ruido aumenta la secreción de adrenalina, alterando el comportamiento normal y afectando, por ejemplo, la capacidad de aprendizaje de los niños.

 
El ruido comienza a afectarnos por larga exposición cuando supera los 70-75 decibelios. Pero incluso un nivel de sonido de fondo continuo de más de 40 dB, puede afectar el sueño y al sistema cardiovascular. Un decibelio es la unidad de medida de intensidad del sonido. Se mide con sonómetros o decibelímetros. La escala de decibeles es logarítmica, lo que significa que un sonido de 80 dB es diez veces mayor que uno de 70.


En la naturaleza un ruido fuerte es señal de peligro y nuestro cuerpo sigue reaccionando ante ese estímulo. Pero en nuestra sociedades urbanas, como en el cuento del pastorcito mentiroso, los ruidos fuertes se suceden hasta que se pierde la capacidad de reacción positiva, como tantas veces lo vemos en los accidentes de tránsito. En la naturaleza virgen el promedio de fondo sonoro se encuentra entre 15 y 20 dB, en las zonas agrícolas alcanza 30-35 dB, en áreas suburbanas entre 35-45 dB y en las grandes ciudades 45-75 dB.


Muchas Ciudades del mundo superan los umbrales de los ruidos molestos. A la hora del recuento de los ruidos molestos. Si bien después de los 80 decibelios el oído se resiente, ese nivel suele superarse en muchas ciudades que, en furia ambiental sonora, solo es superada por Hong Kong, San Pablo, Nueva York y Paris.

 
Para empezar, dicen, habría que Iniciar la recuperación de los espacios verdes, reordenar el transito, hacer mas exigente el control vehicular e imponer severas multas para quienes no cumplan con las normas. Sino, habrá que ir resignándose a vivir en la ciudad del ruido.


Gran parte de responsabilidad le cabe a un ordenamiento urbano poco racional, a la deficiente aplicación de las reglamentaciones, a la falta de adecuados controles, a los hábitos culturales y a la insensibilidad social. Leyes, que las hay, las hay, pero su aplicación se limita a juicios, denuncias y quejas. Es decir, cuando ya es tarde. Existen soluciones a nivel urbano, como barreras sónicas -paneles metálicos y acrílicos o cortinas de árboles y plantas- y a nivel particular, como recubrimientos aislantes acústicos; pero como en el cualquier situación que amenace la integridad física o psíquica del hombre, sólo es realmente efectiva la prevención.

Arboledas Urbanas con un acusado efecto de Barrera Sónica

Utilizando árboles adecuados se conseguiría reducir los actuales niveles acústicos en cinco decibelios (dBA) –pasando de 50 a 45, lo que “equivale a reducir el tráfico en un 50% (+ o -).

Tabasa, concesionaria de los túneles de Vallvidrera y del Cadí, aplica un plan de protección medioambiental, en medio de áreas protegidas, como son los parques de Collserola, el gran pulmón verde central de la metrópoli de Barcelona (Spain), y del Cadí-Moixeró, entre el Berguedà y la Cerdanya. Pero lo de cuidar y pensar con detenimiento el diseño de las zonas verdes de las autopistas no es una necesidad nueva.

Las barreras sónicas utilizando arbolado como una pantalla vegetal con árboles de hoja caduca –crecen más rápido– que pueden alcanzar los 12 metros de alto “en un tiempo razonable”, dejando 30 metros de separación entre arboleda y carretera, pero llenos de vegetación y hojas, se puede llegar  a reducir 5 dBA. En otras zonas menos afectadas, se pueden instalarán pantallas acústicas tradicionales, a las que se añadirá ajardinamiento vertical, con alturas de entre 2 y 2,5 metros.

Fuentes de la empresa Tabasa explican que en el caso de Collserola, como los lechos son “ecosistemas muy ricos y dinámicos, pero escasos en toda la sierra”, se ha evitado cubrirlos o se han intercalado tramos a cielo abierto, utilizando tubos de anchura suficiente y construyendo pasos para asegurar el paso de los animales. En todas las operaciones de ambas carreteras, detallan los técnicos, se han evitado las áreas y las épocas de reproducción de la fauna para favorecer su permanencia en la zona por la que pasan los túneles.

Sin embargo, los grupos ecologistas del Berguedà, Alt Urgell y la Cerdanya (en defensa del parque natural del Cadí-Moixeró) y del Vallès Occidental (que piden la ampliación de protección del de Collserola) han criticado reiteradamente que una infraestructura como los túneles “destroza los corredores biológicos naturales, lo que obliga a alterar los biohábitats tanto de especies animales como vegetales, causando un daño irreparable”